La creación de la hermandad fue impulsada por los vecinos del barrio Francisco Pérez, y Antonio Pérez, alrededor de 1988. Francisco y Antonio eran hermanos procedentes de una familia de profunda tradición cofrade, siendo ambos capataces de la Hermandad de San Benito del barrio de Nervión (Sevilla, España). Desde 1985 los hermanos organizaron las procesiones de las Cruces de Mayo, previa a la constitución de la Hermandad.
Gran parte de los vecinos del barrio se hicieron hermanos de la hermandad, la cual se financiaba a través de una cuota de 50 pesetas mensuales. Fue Joaquín Vega, “el Fotógrafo”, era quien se dedicaba a cobrar las cuotas a domicilio. No existió nunca una junta de gobierno formal, pero los vecinos que estaban siempre más implicados eran los hermanos Pérez, Joaquín Vega, Ángel Correa Romero y Juan Gutierrez. Este último fue quién formó la la banda de música que tocaría para las cruces de mayo y la virgen, la Banda de Nuestra Señora de la Caridad. Alrededor de los ochenta, se fundó también el coro oficial de la hermandad, el Coro de Nuestra Señora de la Caridad.
Alrededor de 1987, antes de la constitución de la hermandad, los hermanos Pérez encargaron la realización de la imagen de veneración de la hermandad, Nuestra Señora de la Caridad, al escultor Juan Antonio Arenillas Torrejón, quien realizó la estatua funeraria de Enrique “el Cojo” en el cementerio de San Fernando de Sevilla. Antes de su traslado a la Iglesia, estuvo varios meses ubicada en la ventana de la casa de Antonio Pérez, donde fue bendecida por Don Ramón, sacerdote de la Hermandad de la Sagrada Cena de Sevilla. La virgen salía en procesión el sábado de la Velá del barrio, siendo su primera salida alrededor de 1988. La procesión llegaba hasta la “Venta de los gatos”, donde vivía una antigua vecina del barrio llamada María del Águila, que aportaba importantes donativos económicos para la hermandad. Al igual que en las cruces de mayo, los costaleros eran niños de unos 10 o 12 años, procedentes no solo de la Bachillera, sino también de otras zonas del Polígono Norte, del Torrejón, etc.
Durante la Semana de la Velá, Francisco y Antonio Pérez y sus esposas, Ana López y María Díaz, organizaban una tómbola con el fin de financiar la salida de la Virgen. Rifaban los productos que les regalaban los proveedores del taller de aluminio de Francisco y Ana, para así conseguir beneficios para la hermandad. Toda la ropa de la virgen la confeccionó Ana López, que era quien la vestía, junto a María Díaz Núñez. Matilde Gutierrez Gutierrez, hermana de Juan Gutierrez, director de la banda que tocaba para la virgen, era la encargada de poner las flores en el paso. Muchos aficionados a la Semana Santa de la ciudad se acercaban a La Bachillera para ver cómo entraba y salía el paso de la Virgen, porque las puertas de la iglesia eran tan pequeñas que los costaleros tenían que cruzar a gatas. También le cantaban saetas en el balcón del bar Taxista.
La hermandad, el coro rociero, la banda de cornetas y tambores de Nuestra Señora de la Caridad, así como las procesiones de la virgen durante la Velá, y la celebración de las cruces de mayo, permanecieron activos hasta el desmantelamiento de la iglesia a mediados de los noventa. Se desconocen los motivos y la integridad de los hechos, pero según los promotores de la hermandad, la virgen y todo el patrimonio material de la hermandad fue “desalojado” de la iglesia sin previo aviso. La virgen pasó a permanecer en el domicilio particular de Francisco Pérez y Ana López, donde continúa actualmente.
de la Virgen. Rifaban los productos que les regalaban los proveedores del taller de aluminio de Francisco y Ana, para así conseguir beneficios para la hermandad. Toda la ropa de la virgen la confeccionó Ana López, que era quien la vestía, junto a María Díaz Núñez. Matilde Gutierrez Gutierrez, hermana de Juan Gutierrez, director de la banda que tocaba para la virgen, era la encargada de poner las flores en el paso. Muchos aficionados a la Semana Santa de la ciudad se acercaban a La Bachillera para ver cómo entraba y salía el paso de la Virgen, porque las puertas de la iglesia eran tan pequeñas que los costaleros tenían que cruzar a gatas. También le cantaban saetas en el balcón del bar Taxista.
La hermandad, el coro rociero, la banda de música, así como las procesiones de la virgen durante la Velá, y la celebración de las cruces de mayo, permanecieron activos hasta el desmantelamiento de la iglesia a mediados de los noventa. Se desconocen los motivos y la integridad de los hechos, pero según los promotores de la hermandad, la virgen y todo el patrimonio material de la hermandad fue “desalojado” de la iglesia sin previo aviso. La virgen pasó a permanecer en el domicilio particular de Francisco Pérez y Ana López, donde continúa actualmente.