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ES ADMC 004-JP-V-C007-003-C · Item · 1980
Part of Colección Juan Manuel Pardo (1977-2007)

Mitin del Partido del Trabajo de España (PTE) y del Sindicato de Obreros del Campo (SOC), en el Antiguo convento de los Jesuitas de Osuna, en abril de 1980. La asamblea o mitin se realizó tras una manifestación por el pueblo contra la falta de empleo en los pueblos.

Intervienen Diamantino García Acosta cura y sindicalista, así como Juan Manuel Sánchez Gordillo del SOC; y Juan Antonio Gutiérrez y Antonio Torres García, del PTE. La colaboración entre el sindicato y el partido se prolongó hasta 1982, realizándose varias movilizaciones conjuntas especialmente por la falta de empleo y la demanda de la extensión de los días del Empleo Comunitario.

Tras el mitin se muestran calles del pueblo de Osuna, grabándose desde lejos al pueblo de Los Corrales.


Esta asamblea actuó como reunión preparatoria para la realización de una marcha a Sevilla desde los pueblos de la Sierra Sur de Sevilla, para manifestarse contra la falta de trabajo. Esta marcha realizada en Sevilla, concluyó en un encierro en la Diputación Provincial de Sevilla, donde estaba de vicepresidenta Amparo Rubiales por el PCE, donde ocurriendo diferente altercados.

Posteriormente, el encierro se trasladó a la Iglesia de Santa Teresa, en el Cerro del Águila (Sevilla), que duró tres meses, desde abril de 1980 hasta principios de verano. Durante este encierro se realizaban manifestaciones, hojas informativas, etc.

Las protestas por la falta de empleo, tuvo su continuidad con la famosa huelga de hambre de Marinaleda, de agosto de 1980. Esta huelga de hambre tuvo como resultado el mayor logro acontecido por colectivos sociales, consiguiéndose 4 días de empleo comunitario de Lunes a Jueves para los pueblos de Andalucía y Extremadura. Tres años después dio lugar al nacimiento del Plan de Empleo Rural, que actualmente pervive.

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ES ADMC 018-MV-V-C060-006-C · Item · 1988
Part of Colección Manuel Velasco Haro (1984-1995)2

Imágenes de jornaleros recogiendo el espárrago blanco al "estilo navarro" en Martín de la Jara (Sevilla).


La Varás de Navarra, por Manuel Velasco Haro.

Durante casi 40 años las “Varás de Navarra” vinieron a ser sin duda el gran descubrimiento y el principal recurso económico de Los Corrales y La Jara. No habrá familia en estos dos pueblos que no haya tenido en algún momento algún miembro o pariente cercano en estas campañas temporeras.

Como todos los fenómenos migratorios, éste tuvo su punto de origen en un grupo de jareños, que entre 1966 y 1967 se marcharon a la recolección de un producto, hasta entonces desconocido por estos lugares. Era el espárrago blanco que crecía bajo zurcos y lomos de tierra durante los tres meses que van de mediados de abril a mediados de julio.

Los primeros empezaron en la provincia de Huesca. Después se trasladaron a la ribera Navarra. En 1968 les acompañó el vecino de nuestra localidad, Antonio Sánchez Zamora (Fato), que se estrenó como esparraguero en el cortijo de "La Planilla" en Peralta. Al año siguiente repitió y en 1970 avisó a una cuadrilla.

A partir de ahí, el número empezó a multiplicarse a tal velocidad que en cuestión de cuatro o cinco años ya eran varios cientos de hombres y mujeres los que subían al norte. Los primeros, recogiendo los espárragos en el campo, y las segundas, pelándolos en las fábricas.

Campaña tras campaña, a la inmensa mayoría de los pueblos navarros y de la Rioja, próximos a la ribera del Ebro, fue llegando la mano de obra temporera de al menos el setenta por ciento de Los Corrales y Martín de la Jara. Baste recordar la anécdota de un domingo a finales de julio de 1977, donde coincidieron el regreso de diez autocares cargados de trabajadores y trabajadoras con la temporada concluida.

En la misma zona y con el intervalo de un mes, se inició paralelamente también la campaña del tomate a partir de mediados de agosto. Entre una y otra la emigración alcanzó cifras desconocidas, consolidándose como el primer destino y la primera fuente de ingresos de jareños/as y corraleños/as.

Durante estos periodos los pueblos comenzaron a ofrecer un aspecto solitario, habitado casi exclusivamente por niños y ancianos. Sobre ese aspecto, el 19 de mayo de 1974 una publicación de la Hoja Parroquial recogió lo siguiente: “La Plaza estaba llena antes de obreros venidos de las aceitunas esperando un día y otro que alguien les avisara. Cansados de esperar hicieron sus maletas y a rodar. Ahora en La Plaza los que quedan son viejos sentados en los bancos, apoyados en sus bastones con la gorrilla sobre la frente para que el sol primaveral no les moleste. En corrillos de cuatro o cinco hablan de sus cosas: "Ya no hay escarda, ni se da un peón en el campo". En el bar, los únicos clientes que quedan son los viejos. Van a respaldarse de la lluvia, del solano o del sol. Juegan la partida de dominó o a las cartas. Cualquier día de cualquier semana en los bares, a las doce de la mañana o las cinco de la tarde siempre es lo mismo. Ruido de fichas, humo abundante de los celtas que fuman, sonrisas irónicas y los ojillos vivos, aunque ya están cansados de haber visto tanto.

Las campañas se mantuvieron aproximadamente hasta finales de la década de los noventa, donde una parte importante de la mano de obra se fue yendo a la construcción, al calor del boom inmobiliario que se desató en la costa. Hoy forman ya parte de la memoria y del recuerdo.

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