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Agentes
ES-ADMC-RA00112 · Entidad colectiva · 1935-1982

Partido marxista español fundado en 1935 tras la fusión entre los partidos Izquierda Comunista de España (1932-1935) y el Bloque Obrero y Campesiones (1931-1936), escindicos del Partido Comunista de España (1921-) debido al rechazo de los ideales patriótico-popular, antirrevisionista y estalinista. Autodefinidos como "marxista revolucionario" en oposición a las ideas leninista y stalinista e inspirados en la fracción menchevique, cercano al comunismo de izquierda y al troskismo.

Graus Subirana, Antonia (1935-)
ES-ADMC-RA00170 · Persona · 1935-12-29 -

Nacida en Toná (Barcelona, España) en una familia de 9 hermanos, dedicada a la agricultura. Antonia se marchó a Barcelona siendo muy joven para formarse como Ayudante técnico sanitario (ATS). Estudiando conoció a Cristina Herránz González, una joven procedente de Jaén, y decidió marcharse con ella hacia la huerta de la Bachillera (Sevilla, España) en busca de trabajo, en 1986. Aunque Antonia era ATS, decidió trabajar como pinche de cocina del hospital Virgen Macarena de Sevilla, inspirada por la frase que una señora de etnia gitana le dedicó en un autobús: “sólo la gente grande tiene trabajos buenos, mientras los pobres no”.

Cuando Cristina y Antonia llegaron a La Bachillera decidieron colaborar con la gente del barrio para contribuir en su crecimiento, y se unieron a Benigno, biólogo, a su esposa, médica, y a otras vecinas con ganas de colaborar. Las hijas de algunas de ellas eran maestras con inquietudes sociales, decidiendo así repartir una encuesta por el barrio para que el vecindario expresara sus necesidades, resultando que los temas de mayor preocupación eran la vigilancia del barrio, el graduado escolar y la costura o corte-confección. Tras la valoración de las propuestas, pusieron en marcha la “Escuela de adultos”, con alfabetización, pre-graduado y graduado escolar, además de un taller de bordado para niños y adultas. Las madres que sabían bordar enseñaban a las niñas las técnicas, y más adelante, para incluir a niños, se llevó a cabo un taller de cocina, del que se encargó un compañero de trabajo de Antonia. En dicho taller, niños y niñas preparaban platos y se los llevaban a sus casas para cenar. También se realizaron otros talleres de cerámica, mimbre, medioambiente, manualidades, campamentos de verano, juegos para niños y salidas culturales para mujeres.

Las subvenciones al principio se gestionaban a través de la Asociación de Vecinos Estrella Andaluza, pero se dieron cuenta que debían formar una asociación para gestionar todas las actividades culturales. Así, la Asociación Solidaridad NIJA fue constituida en 1992. Los primeros talleres se hacían en la sede de la Asociación de Vecinos, hasta que pasaron al Colegio Pedro Garfia. Tras el derrumbe de un aula, el colegio cerró y permitieron a NIJA usar las aulas para realizar los talleres, encargándose la misma asociación del mantenimiento del mismo.

Antonia y Cristina confiesan haber tenido mucha suerte con las personas que les han prestado su ayuda. Por ejemplo, una comunidad cristiana del barrio sevillano de los Remedios decidió colaborar en el barrio, enviando a dos maestras, una bióloga y dos arquitectas para que se encargaran de la educación de adultos. Consiguieron preparar y titular a los estudiantes de graduado del barrio. A las actividades acudía población de la Bachillera y de los barrios colindantes, como San Jerónimo. Después de varios años de alfabetización de adultos, y tras la extensión de este tipo de proyectos a todos los barrios, decidieron finalizar con la educación de adultos y centrar sus fuerzas y recursos en la atención a niños y niñas. Niños y jóvenes fueron creciendo, y tras talleres de formación y de conocimiento compartido, materializado en iniciativas como la creación del periódico de la Bachillera, algunos jóvenes realizaron cursos de formación de Animación Sociocultural, que les permitió a muchos de ellos viajar al extranjero, bajo la organización del Distrito Norte, al que pertenece la Bachillera. Se constituyó un grupo de monitores muy cohesionado donde la amistad construida perdura hasta hoy, ya que las experiencias que compartieron como monitores en talleres y campamentos, salidas culturales y juegos, les hizo desarrollar un gran sentimiento de unidad y compromiso con los niños y niñas de su barrio, ofreciéndoles modelos sanos, cercanos a sus realidades, ya que sus educadores eran sus vecinos.