La Bachillera (barrio, Sevilla, España, ca. 1948-)

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Nota(s) sobre el alcance

  • Los terrenos sobre los que se asienta el barrio de La Bachillera eran propiedad del torero Manuel García Muriel, también conocido como “El Artillero”. García Muriel dejó los terrenos en herencia a la Asociación Sevillana de la Caridad, de la que era socio, disponiendo en su testamento lo siguiente: “sus bienes se distribuirán entre los pobres, para lo cual será entregado a la Asociación Sevillana de la Caridad”. Al fallecer el torero en 1917, estos terrenos pasan al usufructo de su hermano Francisco García Muriel, que fue el poseedor de la Huerta de la Bachillera hasta su fallecimiento en 1945, cuando los terrenos pasan a manos de la Asociación Sevillana de la Caridad. Con el objetivo de recaudar dinero para luchar contra la pobreza, la asociación comenzó a arrendar los terrenos donados. Familias de trabajadores procedentes de diferentes zonas de la Andalucía rural, como la sierra de Sevilla o Granada, alquilaron parcelas donde construyeron sus viviendas y algunos de ellos, establos. Al comienzo llegaron unas ocho familias. Los vecinos pagaban a la A.S.C alquileres por los terrenos donde comenzaron a construir sus hogares, establos, comercios y calles. Desde 1959, se vendieron 118 parcelas y las 157 restantes permanecieron arrendadas. Estos vecinos eran dueños de sus viviendas pero arrendatarios del suelo sobre el que estas se levantan. A mediados de 1975, la A.S.C. decidió acabar con este régimen cediendo el terreno a los vecinos por un precio simbólico, pero tal decisión no llegó a ejecutarse. En cuanto a las condiciones materiales del barrio, sus infraestructuras eran muy rudimentarias. Carecían de agua, luz, alcantarillado y pavimentación de calles. Las casas eran construidas por los propios vecinos con los materiales que iban encontrando en derribos y obras en la ciudad. Inicialmente, para obtener agua, los residentes tenían que desplazarse a San Jerónimo, al Cementerio o a los talleres cercanos de la Renfe, donde podían acceder al agua caliente de las máquinas. El barrio no tuvo acceso directo a agua potable hasta que la Asociación Sevillana de la Caridad instaló un grifo en el barrio, junto a la casa del trabajador denominado como “El guarda”, vigilante de la fuente. En la década de 1960 se logró la conexión de agua corriente hasta las viviendas. En 1979, año de constitución de la Asociación de Vecinos Estrella Andaluza de La Bachillera, se aprobó la primera obra comunitaria, consistente en el asfaltado de las calles del barrio y la construcción de una red de alcantarillado. Gracias a las movilizaciones y las reivindicaciones vecinales, organizadas en su mayoría por mediación de la Asociación de Vecinos Estrella Andaluza y por la Asociación Sociocultural Solidaridad N.I.J.A, se ha ido dotando progresivamente al barrio de estos servicios urbanos básicos. En 2007, con el gobierno local del socialista Alfredo Sánchez Monteseirín, se llevó a cabo un proyecto de reestructuración del barrio: pavimentación nueva, red de saneamiento y agua, etc. En 2018 se aprobó el Plan Especial de Reforma Interior del barrio, que pretendía regularizar la propiedad de los suelos, una de las principales reclamaciones del movimiento vecinal de la Bachillera. Algunas de las familias pudieron comprar las parcelas donde se sitúan sus casas, mientras que otras continuaron en régimen de arrendamiento de las tierras, pese a poseer la titularidad sobre las viviendas construidas en los terrenos. En cuanto a la problemática del arrendamiento del suelo, en el año 2004 se descubrió que la Asociación Sevillana de la Caridad había sido disuelta en 1989 y una nueva fundación de 1992 la suplantó, cobrando el alquiler a los vecinos ilegalmente. El ayuntamiento informó a los vecinos del ilícito, dejándoles libres de pagos. Sin embargo, aún muchas familias continúan sin ser los poseedores de los terrenos sobre los que se erigen sus casas, por lo que las reclamaciones continúan.

Nota(s)

  • Entrevista a Ignacio Cruz Hernández (1961-), 2022-04-12.
  • Información facilitada por Antonia Miranda
  • José Ignacio Aguilar (2004). Los motivos de la lucha del barrio de la Bachillera: Breve reseña histórica.
  • Diagnóstico del barrio de la Bachillera (2002). Fuente: http://periferiesurbanes.org/wp-content/uploads/2011/02/B_diagnostico.pdf

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    Términos jerárquicos

    La Bachillera (barrio, Sevilla, España, ca. 1948-)

    Término General Sevilla (España)

    La Bachillera (barrio, Sevilla, España, ca. 1948-)

      Términos equivalentes

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        Graus Subirana, Antonia (1935-)
        ES-ADMC-RA00170 · Persona · 1935-12-29 -

        Nacida en Toná (Barcelona, España) en una familia de 9 hermanos, dedicada a la agricultura. Antonia se marchó a Barcelona siendo muy joven para formarse como Ayudante técnico sanitario (ATS). Estudiando conoció a Cristina Herránz González, una joven procedente de Jaén, y decidió marcharse con ella hacia la huerta de la Bachillera (Sevilla, España) en busca de trabajo, en 1986. Aunque Antonia era ATS, decidió trabajar como pinche de cocina del hospital Virgen Macarena de Sevilla, inspirada por la frase que una señora de etnia gitana le dedicó en un autobús: “sólo la gente grande tiene trabajos buenos, mientras los pobres no”.

        Cuando Cristina y Antonia llegaron a La Bachillera decidieron colaborar con la gente del barrio para contribuir en su crecimiento, y se unieron a Benigno, biólogo, a su esposa, médica, y a otras vecinas con ganas de colaborar. Las hijas de algunas de ellas eran maestras con inquietudes sociales, decidiendo así repartir una encuesta por el barrio para que el vecindario expresara sus necesidades, resultando que los temas de mayor preocupación eran la vigilancia del barrio, el graduado escolar y la costura o corte-confección. Tras la valoración de las propuestas, pusieron en marcha la “Escuela de adultos”, con alfabetización, pre-graduado y graduado escolar, además de un taller de bordado para niños y adultas. Las madres que sabían bordar enseñaban a las niñas las técnicas, y más adelante, para incluir a niños, se llevó a cabo un taller de cocina, del que se encargó un compañero de trabajo de Antonia. En dicho taller, niños y niñas preparaban platos y se los llevaban a sus casas para cenar. También se realizaron otros talleres de cerámica, mimbre, medioambiente, manualidades, campamentos de verano, juegos para niños y salidas culturales para mujeres.

        Las subvenciones al principio se gestionaban a través de la Asociación de Vecinos Estrella Andaluza, pero se dieron cuenta que debían formar una asociación para gestionar todas las actividades culturales. Así, la Asociación Solidaridad NIJA fue constituida en 1992. Los primeros talleres se hacían en la sede de la Asociación de Vecinos, hasta que pasaron al Colegio Pedro Garfia. Tras el derrumbe de un aula, el colegio cerró y permitieron a NIJA usar las aulas para realizar los talleres, encargándose la misma asociación del mantenimiento del mismo.

        Antonia y Cristina confiesan haber tenido mucha suerte con las personas que les han prestado su ayuda. Por ejemplo, una comunidad cristiana del barrio sevillano de los Remedios decidió colaborar en el barrio, enviando a dos maestras, una bióloga y dos arquitectas para que se encargaran de la educación de adultos. Consiguieron preparar y titular a los estudiantes de graduado del barrio. A las actividades acudía población de la Bachillera y de los barrios colindantes, como San Jerónimo. Después de varios años de alfabetización de adultos, y tras la extensión de este tipo de proyectos a todos los barrios, decidieron finalizar con la educación de adultos y centrar sus fuerzas y recursos en la atención a niños y niñas. Niños y jóvenes fueron creciendo, y tras talleres de formación y de conocimiento compartido, materializado en iniciativas como la creación del periódico de la Bachillera, algunos jóvenes realizaron cursos de formación de Animación Sociocultural, que les permitió a muchos de ellos viajar al extranjero, bajo la organización del Distrito Norte, al que pertenece la Bachillera. Se constituyó un grupo de monitores muy cohesionado donde la amistad construida perdura hasta hoy, ya que las experiencias que compartieron como monitores en talleres y campamentos, salidas culturales y juegos, les hizo desarrollar un gran sentimiento de unidad y compromiso con los niños y niñas de su barrio, ofreciéndoles modelos sanos, cercanos a sus realidades, ya que sus educadores eran sus vecinos.

        Herranz González, Cristina (1929-)
        Persona · 1929-12-17

        Nació en Vilches (Jaén, España) en una familia de tres hermanos. Se trasladaron a Guadalajara con el comienzo de la Guerra Civil Española. Al volver a su pueblo tras la guerra y encontrarlo todo destruido se marcharon a Linares, Almería. Sus tres hermanos se casaron en Madrid, mientras Cristina se fue a Barcelona, donde estudió Bachiller y continuó formándose como Ayudante Técnico Sanitario (ATS). Fue entonces cuando conoció a Antonia Graus Subirana. Con el tiempo, sus padres enfermaron y se fueron a Madrid, donde también acudió ella para cuidarles. Allí trabajó en un ambulatorio como ATS. Cuando murieron sus padres decidió volver a Andalucía, contactó con Antonia y ambas viajaron hasta la Bachillera en 1986.
        Cuando Cristina y Antonia llegaron a la Bachillera decidieron colaborar con la gente del barrio para contribuir en su crecimiento, y se unieron a Benigno, biólogo, a su esposa, médica, y a otras vecinas con ganas de colaborar. Las hijas de algunas de ellas eran maestras con inquietudes sociales, decidiendo así repartir una encuesta por el barrio para que el vecindario expresara sus necesidades, resultando que los temas de mayor preocupación eran la vigilancia del barrio, el graduado escolar y la costura o corte-confección. Tras la valoración de las propuestas, pusieron en marcha la “Escuela de adultos”, con alfabetización, pre-graduado y graduado escolar, además de un taller de bordado para niños y adultas. Las madres que sabían bordar enseñaban a las niñas las técnicas, y más adelante, para incluir a niños, se llevó a cabo un taller de cocina, del que se encargó un compañero de trabajo de Antonia. En dicho taller, niños y niñas preparaban platos y se los llevaban a sus casas para cenar. También se realizaron otros talleres de cerámica, mimbre, medioambiente, manualidades, campamentos de verano, juegos para niños y salidas culturales para mujeres.
        Las subvenciones al principio se gestionaban a través de la asociación de vecinos, pero se dieron cuenta que debían formar una asociación para gestionar todas las actividades culturales. Así, la Asociación Solidaridad NIJA fue constituida en 1992. Los primeros talleres se hacían en la sede de la Asociación de Vecinos, hasta que pasaron al Colegio Pedro Garfia. Tras el derrumbe de un aula, el colegio cerró y permitieron a NIJA usar las aulas para realizar los talleres, encargándose la misma asociación del mantenimiento del mismo.
        Antonia y Cristina confiesan haber tenido mucha suerte con las personas que les han prestado su ayuda. Por ejemplo, una comunidad cristiana del barrio sevillano de los Remedios decidió colaborar en el barrio, enviando a dos maestras, una bióloga y dos arquitectas para que se encargaran de la educación de adultos. Consiguieron preparar y titular a los estudiantes de graduado del barrio. A las actividades acudía población de la Bachillera y de los barrios colindantes, como San Jerónimo. Después de varios años de alfabetización de adultos, y tras la extensión de este tipo de proyectos a todos los barrios, decidieron finalizar con la educación de adultos y centrar sus fuerzas y recursos en la atención a niños y niñas. Niños y jóvenes fueron creciendo, y tras talleres de formación y de conocimiento compartido, materializado en iniciativas como la creación del periódico de la Bachillera, algunos jóvenes realizaron cursos de formación de Animación Sociocultural, que les permitió a muchos de ellos viajar al extranjero, bajo la organización del Distrito Norte, al que pertenece la Bachillera. Se constituyó un grupo de monitores muy cohesionado donde la amistad construida perdura hasta hoy, ya que las experiencias que compartieron como monitores en talleres y campamentos, salidas culturales y juegos, les hizo desarrollar un gran sentimiento de unidad y compromiso con los niños y niñas de su barrio, ofreciéndoles modelos sanos, cercanos a sus realidades, ya que sus educadores eran sus vecinos.

        ES-ADMC-RA00134 · Entidad colectiva · ca.1958-ca.2000

        Construido por la Asociación Sevillana de La Caridad en la Calle Lentisco del barrio de La Bachillera. La iglesia constituía el edificio principal y a sus laterales se situaban dos aulas, una masculina y otra femenina. En diciembre de 1958 José Morón Ruiz, pintor sevillano y presidente de la asociación durante algunos años, donó el cuadro “La Virgen de la Caridad”, realizado por él mismo y que presidió el retablo principal de esta iglesia. Además, la capilla fue bendecida el 4 de junio de 1960 por el cardenal arzobispo José María Bueno Monreal. Uno de los párrocos que trabajó en esta iglesia durante la década de los sesenta fue Miguel Ferrero Díaz.

        En la parte trasera de la iglesia se encontraba la vivienda de los maestros, que inicialmente fue un matrimonio: doña Pura y don Jaime. En sus inicios, todos los niños del barrio estudiaban juntos, sin distinguir edades ni cursos, con el apoyo bibliográfico de una enciclopedia. Al jubilarse los dos primeros maestros, decidieron realizar obras de mantenimiento y reforma del edificio, añadiendo cuatro aulas más.
        Con la inauguración del Colegio Público Pedro Garfias en La Macarena, el Colegio Nuestra Señora de la Caridad pasó a depender de Pedro Garfias. Desde finales de los ochenta, las funciones del colegio se limitaron a la guardería, debido a la falta de niños en el barrio. En la actualidad se encuentra inactivo, y la iglesia fue desmantelada a mediados de los noventa.