Nació en Vilches (Jaén, España) en una familia de tres hermanos. Se trasladaron a Guadalajara con el comienzo de la Guerra Civil Española. Al volver a su pueblo tras la guerra y encontrarlo todo destruido se marcharon a Linares, Almería. Sus tres hermanos se casaron en Madrid, mientras Cristina se fue a Barcelona, donde estudió Bachiller y continuó formándose como Ayudante Técnico Sanitario (ATS). Fue entonces cuando conoció a Antonia Graus Subirana. Con el tiempo, sus padres enfermaron y se fueron a Madrid, donde también acudió ella para cuidarles. Allí trabajó en un ambulatorio como ATS. Cuando murieron sus padres decidió volver a Andalucía, contactó con Antonia y ambas viajaron hasta la Bachillera en 1986.
Cuando Cristina y Antonia llegaron a la Bachillera decidieron colaborar con la gente del barrio para contribuir en su crecimiento, y se unieron a Benigno, biólogo, a su esposa, médica, y a otras vecinas con ganas de colaborar. Las hijas de algunas de ellas eran maestras con inquietudes sociales, decidiendo así repartir una encuesta por el barrio para que el vecindario expresara sus necesidades, resultando que los temas de mayor preocupación eran la vigilancia del barrio, el graduado escolar y la costura o corte-confección. Tras la valoración de las propuestas, pusieron en marcha la “Escuela de adultos”, con alfabetización, pre-graduado y graduado escolar, además de un taller de bordado para niños y adultas. Las madres que sabían bordar enseñaban a las niñas las técnicas, y más adelante, para incluir a niños, se llevó a cabo un taller de cocina, del que se encargó un compañero de trabajo de Antonia. En dicho taller, niños y niñas preparaban platos y se los llevaban a sus casas para cenar. También se realizaron otros talleres de cerámica, mimbre, medioambiente, manualidades, campamentos de verano, juegos para niños y salidas culturales para mujeres.
Las subvenciones al principio se gestionaban a través de la asociación de vecinos, pero se dieron cuenta que debían formar una asociación para gestionar todas las actividades culturales. Así, la Asociación Solidaridad NIJA fue constituida en 1992. Los primeros talleres se hacían en la sede de la Asociación de Vecinos, hasta que pasaron al Colegio Pedro Garfia. Tras el derrumbe de un aula, el colegio cerró y permitieron a NIJA usar las aulas para realizar los talleres, encargándose la misma asociación del mantenimiento del mismo.
Antonia y Cristina confiesan haber tenido mucha suerte con las personas que les han prestado su ayuda. Por ejemplo, una comunidad cristiana del barrio sevillano de los Remedios decidió colaborar en el barrio, enviando a dos maestras, una bióloga y dos arquitectas para que se encargaran de la educación de adultos. Consiguieron preparar y titular a los estudiantes de graduado del barrio. A las actividades acudía población de la Bachillera y de los barrios colindantes, como San Jerónimo. Después de varios años de alfabetización de adultos, y tras la extensión de este tipo de proyectos a todos los barrios, decidieron finalizar con la educación de adultos y centrar sus fuerzas y recursos en la atención a niños y niñas. Niños y jóvenes fueron creciendo, y tras talleres de formación y de conocimiento compartido, materializado en iniciativas como la creación del periódico de la Bachillera, algunos jóvenes realizaron cursos de formación de Animación Sociocultural, que les permitió a muchos de ellos viajar al extranjero, bajo la organización del Distrito Norte, al que pertenece la Bachillera. Se constituyó un grupo de monitores muy cohesionado donde la amistad construida perdura hasta hoy, ya que las experiencias que compartieron como monitores en talleres y campamentos, salidas culturales y juegos, les hizo desarrollar un gran sentimiento de unidad y compromiso con los niños y niñas de su barrio, ofreciéndoles modelos sanos, cercanos a sus realidades, ya que sus educadores eran sus vecinos.
Fotógrafo ambulante sevillano de la barriada del polígono San Pablo, que durante de las décadas de 1950 y 1960, ejerció como fotógrafo del barrio de La Bachillera, pues acudía casi a diario a este vecindario para tomar fotografías de sus vecinos, especialmente en acontecimientos festivos, para revelarlas después y vendérselas. Solía indicar a los fotografiados cómo debían posar, incluso llegando a llevar consigo un monedero lleno de monedas que daba a los niños a los que fotografiaba. También solía tomar fotos para carnets de identidad.
El vínculo afectivo entre el vecindario de La Bachillera y Layne excede de su mera actividad como fotógrafo. Su cercanía con los vecinos permitió su perfecta integración en la vida social del barrio, siendo recordado no solo por sus fotografías sino por las incontables horas que pasó en el bar “El Taxista” cantando rancheras con otros vecinos del barrio.
Hijo de uno de los primeros matrimonios que llegó a La Bachillera: Juan Manuel Cruz y Profeta Hernández. Es a su vez, hermano de Manuel Cruz Hernández, autor de muchos vídeos de la Bachillera y primo de Roberto Cruz Hernández (1962-) e Ignacio Cruz Hernández (1961-).
Hijo de uno de los primeros matrimonios que llegó a La Bachillera: Juan Manuel Cruz Bello y Profeta Hernández. Es a su vez, hermano de Ignacio Cruz Hernández. Fue vecino del barrio de la Bachillera durante su infancia y juventud, trasladándose posteriormente a Barcelona.
Es el autor de las películas en Super 8 que se conservan sobre la Bachillera, debido a que era un gran videoaficionado. Solía grabar los partidos de fútbol del equipo, Sociedad Deportiva Estrella Bachillera, además de escenas cotidianas alrededor del barrio o celebraciones de los vecinos. Su familia lo define como un hombre multiusos, que además de ser conductor de autobuses tanto en Sevilla como Barcelona, y aficionado a la grabación de vídeos, ejerció de mecánico, ganadero y sastre.
Ignacio Cruz pertenece a una de las primeras familias del barrio de La Bachillera, la familia Cruz. Siempre ha estado vinculado a la vida social del vecindario, siendo en la actualidad y desde 2018 el Presidente de la Asociación de Vecinos Estrella Andaluza. Es también vocal del Distrito Norte de Sevilla.
Vecino del barrio de la Bachillera durante toda su infancia y juventud. Perteneciente a la familia Cruz, colaboraba con su familia en el negocio de la vaquería. Le gustaba grabar vídeos, aunque no de forma tan profesional como su primo Manuel Cruz.
Llegó a La Bachillera con seis años. Fue presidente de la Asociación de Vecinos Estrella Andaluza. Ejerció el cargo por primera vez desde 1990 hasta 1998, volviendo en 2002 hasta 2018. Bajo su mandato como presidente se consiguieron adelantos para el barrio como: el primer asfaltado de las calles del barrio en 2005 y la organización de la reivindicación vecinal sobre los alquileres de los terrenos tras el descubrimiento de la actividad ilícita de la Asociación Sevillana de la Caridad en 2004. Es el padre de una de las actuales componentes de la junta directiva de la asociación de vecinos, Eva González Martín de Soto.
Hija de José Antonio González Campos, al igual que su padre, siempre ha estado muy ligada a la Asociación de Vecinos Estrella Andaluza del barrio de la Bachillera. Durante varios años trabajó en el bar de la sede. Desde el año 2018 pertenece a la junta directiva de la asociación.
Ana López llegó al barrio de la Bachillera debido a que su marido, Francisco “Paco” Pérez, jugaba al fútbol en el Estrella Bachillera. Solían visitar el barrio a menudo hasta que decidieron comprar una casa en 1975. Ana López trabajó como limpiadora de Gas Natural durante 33 años, y también para una empresa en la que fabricaba farolillos para la feria de Sevilla y otras festividades. Enseñaba al vecindario de La Bachillera a hacer farolillos, con el fin de decorar las calles del barrio para la Velá y las Cruces de Mayo.
Nació en el barrio de San Julián, su primer vínculo con La Bachillera fue como jugador del equipo de fútbol Estrella Bachillera, hasta que su mujer, Ana López, y él decidieron comprar una casa en el barrio. Tenía un taller de aluminio en el barrio, que estuvo activo hasta 1996. Era el capataz de la Hermandad de Nuestra Señora de la Caridad de La Bachillera, además de uno de los fundadores de la mencionada hermandad.
Vecina del barrio de la Bachillera y antigua socia de la Asociación Sociocultural N.I.J.A, a partir de la cual obtuvo su graduado escolar. Dentro de la asociación ejerció de monitora de excursiones y de tiempo libre en diversos talleres, como los de cuero, cerámica, bordado, cocina y prensa. También ha desempeñado el puesto de tesorera en la Junta Directiva.
Vecino de la bachillera y videoaficionado. Grabó algunas procesiones de la Virgen de Nuestra Señora de la Caridad y de las cruces de mayo de la Bachillera. Siempre le gustó el cine y la grabación de vídeos, soliendo parar en todos los escaparates donde se exponían proyectores de cine. Cuando las cámaras comenzaron a ser más asequibles para los aficionados, se compró una. Su amor por el cine lo llevó a organizar sesiones de cine en su casa. Alquilaba las películas en “ClareFilm”, un videoclub situada en la calle Doña Guiomar de Sevilla, y las reproducía en su casa, cobrando un precio simbólico a los vecinos que acudían. Nunca llegó a formar parte de la asociación de vecinos porque se fue del barrio en 1976, tras casarse.
Nacido en un pueblo de Jaén, sus circunstancias personales, sumado al contexto bélico que asolaba España en sus años de juventud, le obligaron a emigrar hacia diferentes lugares de Andalucía. Su hermano y él decidieron partir hacia el Cortijo de Tercia, en San Jerónimo, donde se arrendaban parcelas para vivir y cultivar. Allí permanecieron hasta que el dueño de los terrenos, Pablo Benjumea, dejó de arrendar las tierras, fue entonces cuando Ignacio se trasladó a la Bachillera y arrendó 1000 metros cuadrados, construyendo un hogar y un establo para mantener a su familia.
Nació y vivió toda su infancia y juventud en la Huerta de la Teneria, junto a la Bachillera, cerca del Arteferro. Sus amigos estaban en la Bachillera, donde solía jugar y pasar sus ratos libres. En 1977 se casó y se mudó a la calle Membrillo, en la Bachillera. A principios de los setenta, Manuel se organizó con un grupo de jóvenes vecinos de la Bachillera para solicitar a la Asociación Sevillana de la Caridad el terreno donde posteriormente construirían el local de la Asociación de Vecinos Estrella Andaluza. No fue posible ya que carecían de los medios económicos, hasta que a finales de los setenta, cuando Manuel ya vivía dentro del barrio, el mismo grupo de jóvenes, junto con nuevas incorporaciones del vecindario, se organizaron para fundar la Asociación de Vecinos y construir el local.
Como uno de los fundadores de la AA.VV, Manuel contribuyó en el desarrollo de numerosos logros para el barrio: la negociación del cese de los terrenos para el local, la acometida del alcantarillado, la implementación de una red de agua, el asfaltado, el establecimiento de una sede para la votación electoral en el colegio del barrio (anteriormente tenían que ir a votar a San Jerónimo), la construcción de un consultorio médico, etc. La flexibilidad de su situación laboral le permitía disponer de más tiempo para realizar actividades en la AA.VV. También destacan sus relaciones con el Ayuntamiento de Sevilla, al
pertenecer al Consejo de Participación Ciudadana entre los setenta y los ochenta. Él fue también otro de los organizadores primitivos de la Velá.
Manuel trabajó casi toda su vida en Arteferro, el taller dedicado a la reproducción de muebles y artículos de decoración de forja y tallas antiguos situado en la Bachillera. A partir de 1975 los trabajadores de Arteferro se unieron para crear un Comité de Empresa, tras convocar una asamblea donde se eligió un comité de nueve compañeros y a Manuel Noguera Castillo como portavoz. Noguera Castillo fue el portavoz hasta 1989, año en el que la dirección de la empresa desapareció sin pagar los salarios y las pagas extras correspondientes. En 1990, tras muchas negociaciones entre el comité y el accionista principal, se organizaron como cooperativa con 51 trabajadores, siendo Manuel Noguera el encargado de gestionar y negociar los trámites, además de ser elegido como presidente de la cooperativa. Se mantuvo en su puesto hasta 2006, año en el que se consiguió la prejubilación de la mayoría de los trabajadores. En 1984, Manuel se mudó al barrio de La Carrasca, aunque mantuvo las relaciones con la AA.VV hasta 1990, cuando su dedicación a las labores sindicales con motivo de la Expo 92 cubrió la mayor parte de su tiempo.
Nacida en La Bachillera. Siendo muy joven comenzó a ayudar a su madre y sus hermanas en el negocio familiar, el Bar Taxista, donde continúa trabajando como camarera a día de hoy. Reconocida por ser la hija de Encarni Palma, dueña del bar Taxista y una de las primeras vecinas del barrio, Rosa ha estado siempre tan implicada en las festividades de la Bachillera. Fue junto con su hermana Mari Carmen, una de las fundadoras del grupo de Majorettes del barrio de la Bachillera.
Nacida en Garafía (Santa Cruz de Tenerife, Canarias), conjunto a su hermana Profeta, se trasladaron al Cortijo de Tercia (San Jerónimo, Sevilla), donde conocieron a los hermanos Ignacio Cruz Bello y Juan Manuel Cruz Bello, con los que se casaron y trasladaron al barrio de La Bachillera (Sevilla, España).
Nacida en Garafía (Santa Cruz de Tenerife, Canarias), conjunto a su hermana Eufemia se trasladaron al Cortijo de Tercia (San Jerónimo, Sevilla), donde conocieron a los hermanos Ignacio Cruz Bello y Juan Manuel Cruz Bello, con los que se casaron y trasladaron al barrio de La Bachillera (Sevilla, España).
Nacida en Toná (Barcelona, España) en una familia de 9 hermanos, dedicada a la agricultura. Antonia se marchó a Barcelona siendo muy joven para formarse como Ayudante técnico sanitario (ATS). Estudiando conoció a Cristina Herránz González, una joven procedente de Jaén, y decidió marcharse con ella hacia la huerta de la Bachillera (Sevilla, España) en busca de trabajo, en 1986. Aunque Antonia era ATS, decidió trabajar como pinche de cocina del hospital Virgen Macarena de Sevilla, inspirada por la frase que una señora de etnia gitana le dedicó en un autobús: “sólo la gente grande tiene trabajos buenos, mientras los pobres no”.
Cuando Cristina y Antonia llegaron a La Bachillera decidieron colaborar con la gente del barrio para contribuir en su crecimiento, y se unieron a Benigno, biólogo, a su esposa, médica, y a otras vecinas con ganas de colaborar. Las hijas de algunas de ellas eran maestras con inquietudes sociales, decidiendo así repartir una encuesta por el barrio para que el vecindario expresara sus necesidades, resultando que los temas de mayor preocupación eran la vigilancia del barrio, el graduado escolar y la costura o corte-confección. Tras la valoración de las propuestas, pusieron en marcha la “Escuela de adultos”, con alfabetización, pre-graduado y graduado escolar, además de un taller de bordado para niños y adultas. Las madres que sabían bordar enseñaban a las niñas las técnicas, y más adelante, para incluir a niños, se llevó a cabo un taller de cocina, del que se encargó un compañero de trabajo de Antonia. En dicho taller, niños y niñas preparaban platos y se los llevaban a sus casas para cenar. También se realizaron otros talleres de cerámica, mimbre, medioambiente, manualidades, campamentos de verano, juegos para niños y salidas culturales para mujeres.
Las subvenciones al principio se gestionaban a través de la Asociación de Vecinos Estrella Andaluza, pero se dieron cuenta que debían formar una asociación para gestionar todas las actividades culturales. Así, la Asociación Solidaridad NIJA fue constituida en 1992. Los primeros talleres se hacían en la sede de la Asociación de Vecinos, hasta que pasaron al Colegio Pedro Garfia. Tras el derrumbe de un aula, el colegio cerró y permitieron a NIJA usar las aulas para realizar los talleres, encargándose la misma asociación del mantenimiento del mismo.
Antonia y Cristina confiesan haber tenido mucha suerte con las personas que les han prestado su ayuda. Por ejemplo, una comunidad cristiana del barrio sevillano de los Remedios decidió colaborar en el barrio, enviando a dos maestras, una bióloga y dos arquitectas para que se encargaran de la educación de adultos. Consiguieron preparar y titular a los estudiantes de graduado del barrio. A las actividades acudía población de la Bachillera y de los barrios colindantes, como San Jerónimo. Después de varios años de alfabetización de adultos, y tras la extensión de este tipo de proyectos a todos los barrios, decidieron finalizar con la educación de adultos y centrar sus fuerzas y recursos en la atención a niños y niñas. Niños y jóvenes fueron creciendo, y tras talleres de formación y de conocimiento compartido, materializado en iniciativas como la creación del periódico de la Bachillera, algunos jóvenes realizaron cursos de formación de Animación Sociocultural, que les permitió a muchos de ellos viajar al extranjero, bajo la organización del Distrito Norte, al que pertenece la Bachillera. Se constituyó un grupo de monitores muy cohesionado donde la amistad construida perdura hasta hoy, ya que las experiencias que compartieron como monitores en talleres y campamentos, salidas culturales y juegos, les hizo desarrollar un gran sentimiento de unidad y compromiso con los niños y niñas de su barrio, ofreciéndoles modelos sanos, cercanos a sus realidades, ya que sus educadores eran sus vecinos.
En la Bachillera hubo dos bandas de música que actuaron en sus festividades y que contaban con vecinos del barrio como miembros. Una fue la Banda de cornetas y tambores de Nuestra Señora de la Caridad de la Bachillera, fundada por Juan Gutiérrez, y la otra fue la Banda del Cartones, llamada así por el apodo de su fundador, José Bohíguez.
La banda del “Cartones” fue organizada y dirigida por José Bohíguez, un vecino que solía colaborar en las celebraciones del barrio, por ejemplo fabricando los gorros del grupo de majorettes. Era apodado “el Cartones”, debido a que se ganaba la vida vendiendo los cartones y la chatarra que recogía por la calle, habiendo quedado viudo prematuramente con tres hijos pequeños.