Nacido en Madrid, estudió la carrera de Economía. Estuvo trabajando varios años en la banca hasta una temprana jubilación, tras la cual se dedicó a cuidar de su familia. A parte de su carrera profesional, fue un gran apasionado de la fotografía, medio que cultivó desde temprana edad, revelando él mismo sus carretes en su casa. Esta inquietud por la imagen también la trasladó a su ámbito de trabajo, donde aprendió a manejar las nuevas tecnologías del momento que se aplicaban a la oficina.
Comunicadora y educadora especializada en Género, Derechos Humanos e Interculturalidad. Licenciada en Comunicación Audiovisual, Técnica Superior en imagen, Máster en Derechos Humanos, Interculturalidad y Desarrollo y Máster en Profesorado (MAES) en la especialidad de Lengua y Literatura.
Ha trabajado como fotoperiodista en prensa local y nacional, y como fotógrafa, documentalista audiovisual y facilitadora de talleres de comunicación participativa en España, en los campamentos de refugiados y refugiadas saharauis de Tinduf y en los Territorios Ocupados de Palestina. En 2014 fundó la Asociación La Luciérnaga. Género, Comunicación y Participación Social, especializada en comunicación participativa con perspectiva de género y derechos humanos. Desde La Luciérnaga, ha coordinado proyectos de formación desde una perspectiva feminista decolonial utilizando la fotografía, la radio y las técnicas artísticas como herramientas fundamentales de expresión y transformación social.
Es activista feminista y ha formado parte de diversos colectivos como Setas Feministas o La Revo. También es activista por la causa saharaui y palestina, y ha participado en varios colectivos y plataformas en defensa de los derechos de estos pueblos.
Alumno de la Escuela profesional SAFA de Riotinto durante los años de la reforma pedagógica llevada a cabo por Miguel Ángel Ibáñez y su equipo educativo. Ejerció de fotógrafo en su Nerva natal.
Fotógrafo ambulante sevillano de la barriada del polígono San Pablo, que durante de las décadas de 1950 y 1960, ejerció como fotógrafo del barrio de La Bachillera, pues acudía casi a diario a este vecindario para tomar fotografías de sus vecinos, especialmente en acontecimientos festivos, para revelarlas después y vendérselas. Solía indicar a los fotografiados cómo debían posar, incluso llegando a llevar consigo un monedero lleno de monedas que daba a los niños a los que fotografiaba. También solía tomar fotos para carnets de identidad.
El vínculo afectivo entre el vecindario de La Bachillera y Layne excede de su mera actividad como fotógrafo. Su cercanía con los vecinos permitió su perfecta integración en la vida social del barrio, siendo recordado no solo por sus fotografías sino por las incontables horas que pasó en el bar “El Taxista” cantando rancheras con otros vecinos del barrio.